Espero que vos tengas mejor suerte

Taller de escritura de terror.

*Por Sabrina G. Ávalo.

Mire el reloj por quinta vez mientras caminaba a paso acelerado por la avenida. Agotada y con hambre, después de un extenuante día laboral. Anochecía a gran velocidad y el frío era intenso. Mis piernas estaban adoloridas por el esfuerzo del apuro, mi nariz y mejillas pálidamente rojas y un tibio sudor bajaba por mi espalda acobijado por la gran cantidad de ropa.

No quería llegar tarde, odiaba entrar a la clase cuando todos estaban sentados y sus ojos se clavaban en mi sin disimulo.

Ingrese al concurrido hall del edificio de la calle Paraguay. La imponente arquitectura de la Facultad de Medicina era particularmente vistosa, se estrechaba escalonadamente hacia los pisos superiores.

Aun faltaban cinco minutos pero no podía relajarme, quedaba un pequeño tramo que era de lo mas incomodo. Recordé mentalmente “Cátedra de Farmacología de 18 a 20hs, piso 17… piso 17, el ultimo”

Suspire profundo al entrar al ascensor. No había nadie, eso indicaba que realizaría sola todo el recorrido. Comenzaba a ponerme tensa e imaginar miles de fantásticas posibilidades de encierros, catástrofes o secuestros.

Baje en el piso 15, la última parada del ascensor. Mire a ambos lados del limitado pasillo, a esas alturas el espacio era reducido con pocos accesos. Aferrándome con fuerza a la mochila comencé a subir los 2 pisos que faltaban por unas escaleras demasiado angostas con los escalones peligrosamente redondeados y sucios. Las paredes eran amarillas, viejas y desgastadas. Los pisos de granito marrón, me recordaban a la casa de mis abuelos.

El silencio era abrumador y la soledad opresiva. Parecía estar en una burbuja irreal, flotando sobre el agitado centro porteño. Faltaba poco, solo medio piso.

– Qué hace usted por acá?.- La voz grave me hizo voltear de un salto.

No pude evitar mirarlo de pies a cabeza. Era flaco y alto. Vestía un traje marrón oscuro, pantalones rectos y pinzados con una camisa beige pálido. Su pelo corto y ondulado, reposaba hacia un costado. A mi mente vino la foto de casamiento de mi papá en los años `70, colgada en el living de casa.

– Perdón? Vengo a cursar Farmacología.- Respondí nerviosa, señalando hacia arriba.

– Se ha equivocado de facultad, acá tomamos clases de Derecho Económico. – Dijo esbozando una leve sonrisa que descubría un joven y atractivo rostro.

– No, eso es en el edificio de enfrente.- Retruque con una carga risueña.

Su expresión cambio por completo, con sus facciones serias giró sobre sus talones y mientras se alejaba dijo:

– No se quede sola por los pasillos, señorita.